jueves, 28 de octubre de 2010

Nocturna

Las fotos que acompañan esta entrada fueron hechas en Rellanos. Buscando por diferentes páginas de internet he llegado a la conclusión de que la especie es la esfinge de la correhuela (Agrios convolvuli). Se trata de una mariposa nocturna de la familia Sphingidae, de gran tamaño, de hecho es de las más grandes de la Península, que toma su nombre común de la correhuela, planta de la cual se alimentan sus larvas. Una característica típica de las larvas de esta especie, común a toda la familia Sphingidae, es la presencia de un cuernecillo en el abdomen. Otra característica típica es que la crisálida tiene un envoltorio aparte en el cual se integra la espiritrompa.

En coloración del adulto dominan los grises con manchas oscuras lo cual es de gran utilidad para camuflarse sobre las cortezas de los árboles. Es bivoltina, es decir, hay dos generaciones al año, en primavera y a finales del verano-principio de otoño, a la cual pertenecería el ejemplar fotografiado. Se la puede encontrar en toda la península desde el nivel del mar hasta los 1.500-1.600 metros de altitud. Es de hábitos crepusculares y nocturnos y los adultos son atraídos por la luz artificial.

Como curiosidad otra especie de la misma familia, la esfinge de la calavera (Acherontia atropos), se hizo popular porque es la que aparece en el cartel de la película El silencio de los corderos. Debe su nombre al dibujo del dorso que recuerda a una calavera. En el caso del cartel, el dibujo de la calavera resulta más evidente ya que está retocado tomando como base una fotografía de Salvador Dalí.

jueves, 21 de octubre de 2010

Subida al Mulleiroso

El año pasado, durante las vacaciones, hice una excursión al pico Mulleiroso desde La Cerezal, pero al llegar a la cumbre la niebla impedía ver el paisaje.


Esquema de la ruta.

Este año decidí repetir y esta vez acerté porque la mañana era despejada y calurosa, quizás demasiado, por eso fue imposible ver ningún corzo, jabalí etc… Ni siquiera los buitres, y eso que la mañana era perfecta para remontar el vuelo cogiendo alguna térmica. Únicamente pude ver un par de cernícalos que aprovechan los últimos días del verano para atiborrarse de saltamontes antes de emprender viaje a sus cuarteles de invierno. De éstos (saltamontes) había en abundancia.


Callicrania.

También vi un par de ejemplares de una especie de chicharra, creo que del género Callicrania, bastante gordas, que supongo harían las delicias de los cernícalos.

Si el año pasado inicié la excursión desde La Cerezal, éste comencé poco antes del pueblo de Foz, en una pista que sale a la derecha de la carretera y que al principio atraviesa una repoblación de pino para después atravesar un collado y girar hacia la derecha conectando con otra pista que sube desde Cerecedo del Monte.


Cima del Mulleiroso.

Siguiendo esta pista se llega a la base del Ablaniego y desde aquí se sigue el cordal, al lado de un cierre electrificado (¡Que manía de querer poner puertas al campo!) para llegar finalmente a la cima del Mulleiroso. Unos metros antes de ésta, los restos de un caballo devorado por los buitres y que probablemente murió alcanzado por un rayo.


Al fondo se aprecia el parque eólico del Pico Gallo, en la Sierra de Tineo.

Una vez arriba con el día despejado las vistas de los alrededores impresionantes, desde la costa de Navia a la sierras de Tineo, Carondio, etc. El único punto negro, los restos de un incendio que había quemado la noche anterior una ladera cerca de Besapié.



Restos del incendio cerca de Besapié.

La vuelta la hice por el mismo camino, con una parada en la cabecera del valle de Vallinaferrera a hacer unas fotos de la “estupenda restauración forestal”, básicamente apertura de pistas y un desbroce, se supone que para realizar una plantación.

La longitud total ida y vuelta es de unos 19 kilómetros, más larga que la subida tradicional desde Recorba o la Cerezal, pero creo que el desnivel debe ser algo inferior y, al ir por línea de cumbres, las vistas durante todo el trayecto, si el día es bueno, son espectaculares.

jueves, 7 de octubre de 2010

Abandono



Entre los pueblos de Coldobrero y Burgazal nace el arroyo de Marinán, un pequeño tributario del río Navelgas.




En la márgen derecha del mismo nos podemos encontrar un bosque de castaños en el cual es muy patente el abandono progresivo de las labores de aprovechamiento de los recursos que, antiguamente, en épocas de mayor necesidad que las de ahora, se realizaba en nuestros montes.




Así podemos ver en el bosque, enormes castaños centenarios, de un diámetro considerable y a los pies de los mismos los restos más o menos reconocibles de las “xoxas”. Éstas eran construcciones circulares de piedras en las cuales se almacenaban los erizos de las castañas para de este modo evitar que fuesen comidas por los animales al tiempo que iban “curando” y abriéndose los erizos.




Hoy en día son montones de piedras cubiertas por maleza.




También se evidencia el abandono en el hecho de que alrededor de los castaños centenarios se observan otros de mucho menor porte, que se desarrollaron a partir de que se dejaron a un lado las labores de mantenimiento del monte, que originalmente seguro que tenia una forma “adehesada”, al limpiarse de maleza y rebrotes el terreno para facilitar la recogida de las castañas.